miércoles, 4 de enero de 2012

Ives Montand, tira del hilo que le enredó a las faldas de Marilyn Monroe
3 de marzo de 1988. ABC
El actor francés recibió el preciado homenaje del Lincoln Center
Ives Montand fue homejajeado por la Film Society del Lincoln Center neoyorquino, una de las asociaciones cinematográficas más exclusivas. Con ello entra en un círculo de famosos que incluye a Carles Chaplin, Alfred Hickcock y otras leyendas del cine. "Un hombre extraordinario", le llamó Raquel Welch, que actuó como maestra de ceremonias, y ya también leyenda a su manera.




"Para millones de mujeres norteamericanas - prosiguió Raquel Welch-, Yves Montand es Francia, y nos hace sentir irremediablemente románticas". Mientras el alcalde lo definía desde otro ángulo: "Es un hombre del renacimiento, que hubiera podido ser presidente de Francia de habérselo propuesto."
A Ives Montand le costó su trabajo refrenar las lágrimas, y con emoción nada fingida recordó aquel "boy de Marsella" que fue un día, que descubrió en el cine "el sueño americano, con todos aquellos maravillosos actores y actrices". "Y ahora - dijo -, aquel "boy", ya con sesenta y seis años, se encuentra en Nueva York, en el Lincoln Center, rodeado de ese sueño. Pueden imaginarse lo que pasa aquí y aquí (dijo, tocándose el corazón y la cabeza) en estos momentos" La audiencia, que incluía a algunos de los directores con los que he trabajado irrumpió en un estruendoso aplauso.
Pese a sus innumerables éxitos cinematográficos, Ives Montand irá siempre unido, al menos para los norteamericanos, a su affaire con Marilyn Monroe, cuando rodaron juntos la película "El Multimillonario", bajo la dirección de George Cukor. Sobre aquel asunto es lo que terminan siempre preguntándose los periodistas cuando le entrevistan estos días; y oigan cómo responde este otoñal galán francés a lo que sucedió entre la estrella y él hace más de veinticinco años.
"Al principio -cuenta- todo era entre nosotros pura relación laboral. Ella estaba muy contenta de trabajar con un europeo y yo estaba encantado de trabajar con ella. Yo apenas sabía inglés y ella no sabía francés, por lo que teníamos que hablar muchas veces por señas. pero cuando más repetíamos las escenas, mejor nos iban saliendo".
"Una noche, al abandonar el plató, me dijo: "Cukor ha cometido un error", y yo le contesté: "No, Marilyn, el director no se ha equivocado. Fuiste tú". Se quedó de piedra, porque nadie le había dicho nunca algo así. No se atrevían. ¿Cómo podían atreverse? Veían en ella sólo aquella chica hermosísima que cantaba y se movía maravillosamente. De forma que no podía darse cuenta de que no era la gran actriz que quería ser. Tenía una enorme personalidad, era una mujer extraordinaria, con enorme carisma, pero no podía interpretar "Los hermanos Karamazov", como quería, debido a aquella vocecita que tenía y a otras cosas más. Pronto se dio cuenta de que no me podía tratar como lo hacía con otros; de que no iba a pasar por sus pequeñas mentiras, lo que, aunque cueste creerlo, nos acercó más".
"Un día, su marido, Arthur Miller, tuvo que marcharse a Nueva York, y mi mujer, Simone Signoret, a Roma, y nos quedamos solos trabajando. Teníamos dos bungalows, uno junto al otro, el numero 20 y 21, y todas las noches nos despedíamos con un típico beso de "godnicht". Hasta para alguien que quisiera ser fuerte y estuviera enamorada de su mujer, como yo lo estaba, resultaba difícil. ¿Que podía hacer? No soy supermán , lo siento"
La mejor respuesta a todo aquel asunto la dió la maravillosa Simone Signoret, cuando un periodista británico le preguntó qué pensaba sobre lo que estaba pasando entre Marilyn Monroe y su marido. "¿Conoce usted - contestó ella - a algún hombre capaz de resistirse a Marilyn cuando la tiene entre sus brazos?" "Fue una admirable respuesta de Simone - dijo Ives - pero a mí, en cambio, durante años no ha hecho otra cosa que perseguirme"
Y parece ser que le seguirá persiguiendo, como se ha visto, incluso en la noche de su entrada al Olimpo del cine. No se ha tenido en brazos a Marilyn Monroe en vano.

Ives Montand murió el 9 de noviembre de 1991, en Senlis, al norte de París. Posiblemente estas declaraciones de Ives, con el tiempo las ilustró, adornó o guionizó, en la justa medida a lo largo de esos 25 años de la desaparición de Marilyn. Hoy en día las aptitudes por las que pasó Ives, no se verían así, porque dos personas no tienen sexo, si uno de ellos no quiere... y sobre todo porque es bastante fácil caer en los brazos de Marilyn, es inevitable. No hay que tener ninguna excusa para ello.

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